Argentina
El primer
decreto nacional que uniformó la hora en la Argentina data del
25 de septiembre de 1894. Por eso, todas las horas de
nacimientos y acontecimientos registradas con anterioridad a
esta fecha deben ser tomadas con suma cautela, dada la anarquía
imperante en cuanto a su registro. Siempre cabe la duda en
cuanto a su autenticidad, especialmente en el interior del país,
y es prudente aceptar al hora indicada como local media con una
aproximación de media hora más o menos.
Esto obedece
a los siguientes hechos:
a) La hora
local casi nunca pudo tomarse con verdadera exactitud por falta
de instrumentos apropiados de medición como así también de
habilidad para su manejo.
b) Antes del
advenimiento de los ferrocarriles y de los telégrafos, los
relojes debían marcar, en teoría, la hora local del lugar, pero
en los pueblos la gente solía ajustarla según la del relojero
más cercano. A menudo el reloj d este discrepaba con el d su
colega en otra parte del pueblo.
c) Quienes
vivían en lugares apartados se valían de la hora deducida “a
ojo” de la posición del Sol o cuadrantes solares o bien
ajustaban sus relojes con los de ocasionales viajeros que
paseaban por el lugar. Estos, a su vez, habían regulado el suyo
de acuerdo con la hora del lugar de partida.
d) A partir
del advenimiento de los ferrocarriles y telégrafos, y durante el
gradual período de su instauración, los pueblos que se
encontraban cerca de las estaciones ponían sus relojes de
acuerdo a la hora de los trenes que por allí pasaban. Pero ésta,
a su vez, se regulaba por la de la estación de partida o la
estación terminal, según cual fuese la más cercana.
Como, por
ejemplo, la diferencia horaria entre Buenos Aires y Córdoba
alcanza a 23m. 18s., resultaba que en una reunión de varias
personas con relojes que marchaban regularmente podía haber
diferencias de hasta media hora. Por otra parte, como hasta 1871
no existieron observatorios astronómicos en nuestro suelo, era
casi imposible tomar con exactitud el tiempo medio.
El resultado era que todas
las ciudades argentinas ponían la hora arbitrariamente.
Un principio de orden dentro
de esta anarquía empezó a notarse recién en 1891 cuando, por
primera vez, el Concejo Deliberante del Municipio de Rosario
sancionó, el 13 de octubre de ese año, una ordenanza declarando
hora legal de ese municipio el tiempo medio de la ciudad de
Córdoba. Siguió a esta importante iniciativa la sanción de la
ley provincial de fecha 9 de noviembre de 1892 que fijó como
hora legal para todo el territorio de la provincia de Santa Fe
el tiempo medio del meridiano del Observatorio de Córdoba.
A partir de esta fecha las
demás provincias fueron adoptando poco a poco la misma pauta
para medir el tiempo. Fueron pasos previos que condujeron a la
adopción general de esa hora.
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